miércoles, 23 de abril de 2008

La abundancia de extranjerismos que utilizamos actualmente no ha tenido precedentes en la Historia. El intercambio constante de información mundial favorece enormemente este fenómeno. No obstante podríamos paliarlo en dos direcciones:
Primero: cuando hayan de asimilarse por ser un concepto novedoso donde no se pueda o no convenga utilizar vocablos ya existentes en nuestro léxico, adaptándolos a nuestra estructura lingüística (fonética y ortográfica) Quisiéramos indicar aquí que deformar los vocablos existentes para usarlos en conceptos nuevos no enriquece el idioma en sí, sino que perdemos acepciones históricas de nuestro vocabulario.
En segundo lugar, lo que no es de recibo es sustituir directamente vocablos perfectamente vigentes por otros extranjeros sin más. Este fenómeno que ha venido produciéndose exclusivamente por esnobismo (palabra admitida, viene de `snob´) no tiene ninguna disculpa.
Economía lingüística, tendencia de cualquier lengua a la máxima información con el mínimo esfuerzo siempre que permita la comunicación y evite la ambigüedad.
El concepto procede de André Martinet y gracias a él se explican muchos fenómenos de la lingüística diacrónica y sincrónica.
El andaluz actual tiende a no pronunciar la s final de palabra, por lo tanto, para mantener la distinción entre singular y plural lo que hace es distinguir entre vocal abierta y cerrada.
Por economía lingüística se explican también las incorporaciones de extranjerismos a una lengua a través de la norma de la propia lengua. Así la palabra football, voz inglesa ajena al español, podía haber entrado por su traducción `piebalón', `balón-pie', `balompié', `pelotapié' ... o por una adaptación de la palabra según el sistema fonológico español: fútbol, más corta y rotunda que la anterior y que es la que ha triunfado.

REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA


Las lenguas cambian de continuo, y lo hacen de modo especial en su componente léxico. Por ello los diccionarios nunca están terminados: son una obra viva que se esfuerza en reflejar la evolución registrando nuevas formas y atendiendo a las mutaciones de significado.
Especial cuidado ha de poner en ello el Diccionario académico al que se otorga un valor normativo en todo el mundo de habla española. La Real Academia Española y las veintiuna Academias que con ella integran la Asociación de Academias de la Lengua Española trabajan mancomunadamente al servicio de la unidad del idioma tratando de mejorar y actualizar un diccionario de carácter panhispánico. Cuanto aparece en el DRAE es fruto de ese estudio y de la aprobación colegiada.
Hasta hace poco tiempo la edición en forma de libro constituía la única posibilidad de fijación y transmisión. Los recursos electrónicos de que hoy disponemos hacen posible un modo diferente de actuación. El Diccionario académico es actualmente una base informática de datos, lo que permite un mejor control de su contenido, proporciona mayor facilidad de revisión y, sobre todo, hace compatibles diferentes fases del trabajo sin las servidumbres exigidas por la edición impresa. De ahí el compromiso adquirido de ir haciendo públicas con periodicidad semestral las adiciones, supresiones y enmiendas que la Real Academia Española y sus Academias asociadas vayan aprobando.
De este modo los hispanohablantes que accedan a nuestra página electrónica podrán disponer del documento que contiene el texto de la última edición en papel -en este caso, la vigésima segunda, de 2001- y, al tiempo, el conjunto de modificaciones aprobadas. Por ello, entre los varios modelos posibles de organización se ha elegido el que mantiene con toda claridad la separación entre los dos documentos. Los consultantes acceden inicialmente a la vigésima segunda edición y, en los casos en que se añada un nuevo registro o un artículo haya sido modificado, verán en la pantalla un aviso que les permitirá contemplar la nueva versión.

Quién hace el Diccionario?

El Pleno de los académicos es el órgano encargado de tomar las decisiones que afectan a la modificación del Diccionario.
Tres son los tipos de operación más frecuentes en este proceso:
•La adición de nuevos artículos o acepciones.
•La supresión de artículos o acepciones ya existentes.
•La enmienda total o parcial de los artículos.
Para hacer frente al enorme caudal de trabajo que supone mantener al día su repertorio, el Pleno académico cuenta con el auxilio de diversas comisiones:
•La Comisión Delegada del Pleno y para el Diccionario, que coordina a las demás y se encarga de los asuntos correspondientes a la técnica lexicográfica.
•Las comisiones especiales para la preparación del Diccionario. Al trabajar con grupos reducidos de académicos, agilizan el trabajo del órgano colegiado general y tienen sus mismas competencias.
•Las comisiones especializadas, formadas por varios académicos expertos en el asunto del que se trata:
•- Comisión de Vocabulario Científico y Técnico.- Comisiones de Ciencias Humanas I y II.- [Comisión de Etimologías]

Qué novedades presenta la 22.ª edición?

El contenido de la vigésima segunda edición del Diccionario de la lengua española publicado por la Real Academia Española fue profundamente revisado durante los nueve años transcurridos desde que, en 1992, apareció la versión anterior. Esta revisión se basó en dos ideas principales:
•De una parte, la necesidad de mantener actualizado el cuerpo de la obra en cuanto a los términos en ella registrados, trabajo indispensable para que el repertorio académico pudiera mantener su función unificadora del español.
•Por otro lado, la acomodación, en lo posible, de todo ese contenido a la estructura fijada por la Nueva planta del Diccionario, un conjunto de normas que los académicos, reunidos en Pleno, aprobaron en junio de 1997.
• En cuanto a la actualización de la nomenclatura de la obra, se amplió el número de voces registradas hasta superar las 87 000.
•Por vez primera, la Academia Española y las veintiuna Academias asociadas emplearon el Banco de datos del español, que contaba entonces con más de 270 millones de registros léxicos, para esta actualización. Se añadieron más de 10 000 artículos nuevos; las acepciones aumentaron en más de 24 000 y las formas complejas (locuciones, frases, expresiones, etc.) experimentaron un incremento de más de 3000.
•Hay 12 122 artículos que tienen una o más acepciones correspondientes a estas zonas (la edición anterior contenía 6141). 18 749 acepciones tienen una o más marcas correspondientes a América y Filipinas (en la edición anterior había 8120). Hay 28 171 marcas correspondientes a las zonas aludidas (la edición anterior contenía 12 494).


Si quiere ver una selección de estas novedades, utilice la ventana de búsquedas.
•El manejo del banco de datos, junto con las consultas dirigidas a los académicos correspondientes españoles e hispanoamericanos, permitió suprimir más de 6000 artículos correspondientes a variantes anticuadas o dialectalismos españoles y americanos caídos en desuso.
•Se revisaron, en grado mayor o menor, campos léxicos como los de las matemáticas, la física y la química, la biología, la informática, la medicina, el derecho, la economía, el comercio, la filosofía, la literatura, la lingüística, el teatro, la milicia, la religión y la liturgia, el montañismo, etc.
En total, por alguno de los motivos anteriores o a causa de la revisión general a continuación descrita, más de 55 000 artículos de la edición anterior fueron objeto de una o más enmiendas.
Estas y otras cifras se presentan con mayor detalle en otro lugar de esta página.
Además de otras muchas tareas menores, la revisión general del cuerpo del Diccionario incluyó los siguientes trabajos:
•Se revisó la correcta lematización de los artículos y la colocación adecuada, dentro de ellos, de las formas complejas.
•Se modificaron muchas etimologías y se uniformaron los paréntesis etimológicos, especialmente para regularizar el orden de los elementos contenidos en ellos.

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